MÉXICO-. Se viven momentos de tire y afloje en México en relación a la inmigración. Luego de varias semanas de tensión ante las caravanas migratorias que incesantemente emprendían viaje hacia la frontera con Estados Unidos, este miércoles 1 de diciembre se anunció la disolución de una de ellas. La misma estaba compuesta por cientos de migrantes, en su mayoría haitianos, que empezaron a regresar al punto de partida en el sur mexicano.
Los migrantes esgrimieron cansancio, falta de dinero y poco apoyo de las autoridades para ser trasladados como las razones que forzaron la decisión. Familias enteras, cargando sus pertenencias a cuestas, comenzaron a caminar los 25 kilómetros que separan Huehuetán de Tapachula, cerca de la frontera con Guatemala. “Todo es difícil, se acabó la plata y nadie quiere ayudarnos”, explicó dolido a la agencia Reuters Bruno Noel, un migrante haitiano.
“No sé de qué vamos a vivir”, lamentó asimismo, visiblemente cansado, cargando una mochila grande sobre su espalda. Como él, otros cientos de migrantes empezaron en las últimas jornadas a regresar a Tapachula, donde dijeron que esperarán la respuesta de autoridades para ser trasladados a otras regiones de México para regularizar su situación migratoria y conseguir empleo.
La semana pasada, funcionarios del gobierno de Andrés Manuel López Obrador iniciaron el traslado en autobuses de miles de migrantes que estuvieron varados por meses en Tapachula, a otras regiones del país, bajo la promesa de regularizar su situación migratoria, en medio de presiones con bloqueos de carreteras. “Bloquear calles es un delito”, cargó Hugo Cuéllar, del Instituto Nacional de Migración (INM) hacia los migrantes.
“Ustedes decidieron marchar (…) no me pueden exigir que mañana o pasado saquemos a todos, vamos a sacarlos (transportarlos) paulatinamente (…) es mucho dinero lo que se está invirtiendo para esto”, sostuvo por su parte el funcionario, en un durísimo tono. Consultado al respecto, el instituto optó por no referirse a los dichos de Cuellar.
