La gente ama a Novak Djokovic. Más allá de ser un guerrero, un número 1 consolidado en el ranking de la ATP y una futura leyenda del tenis, también brinda espectáculo con sus chistes. Pero como todo ser humano guardan momentos dentro suyos que les cuestan hablar. Y el serbio no es una excepción a la regla.
Nació en Belgrado, en medio de una sangrienta guerra entre su país con el resto de otras naciones. Como resultado, hoy el país quedó reducido a llamarse solo Serbia. No es más Yugoslavia ni mucho menos Serbia y Montenegro, que también se guardan un rencor importante que llegó al deporte.
Pero Djokovic también comentó que esa historia personal lo lleva a tener una pesadilla y recuerdos que no salen de su cabeza. La Guerra de los Balcanes marcó una infancia durísima para el tenista. Sin embargo, gracias a su familia logró sostenerse con el deporte y el comienzo en un frontón. El resto sería historia.
En un documental, Novak Djokovic volvió en 2014 para estar ante el mural donde se entrenaba a diario. “Me despertaba 3 veces por noche por las bombas. Vivía en el sótano de la casa de mi abuelo. No podía ir a la escuela y aprovechaba para jugar al tenis a la mañana si no bombardeaban”, expresó ante las cámaras.
La sensibilidad de Novak Djokovic
Al momento de tocarlo y verlo incluso con rastros de balas que atravesaron su paredón, no contuvo la emoción y la piel de gallina. El serbio manifestó una vez más su dolor por la gran cantidad de personas perdidas o fallecidas a causa de intereses políticos. Sin embargo, aseguró que eso lo ayudó a forjar un carácter muy fuerte para el tenis.

